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Insultos

Se suele decir que las primeras palabras que se aprenden de un idioma no nativo son los insultos.

Sin palabras by Abel Maestro García (flickr)

Esas palabras y expresiones que con más o menos intención todas las personas caemos en usar. En las formas más banales, cuando nos hacemos daño de forma imprevista o por liberar la tensión de un sobresalto. En cambio, para esta hoja del cuaderno creativo, prefiero quedarme con las expresiones e insultos que se usan de forma premeditada contra personas. Aquí es donde hay creatividad. Al menos en los más elaborados. Como anécdota no quiero dejar pasar la oportunidad de remarcar que el español se considera uno de los idiomas más ricos lingüísticamente hablando. También lo es en insultos.

Para hablar de creatividad e insultos, es obligatorio mencionar a José María García, periodista y comunicador mítico de los 80 que se hizo famoso precisamente por su ingenio a la hora de descalificar y opinar sobre personas. A él le debemos popularizar expresiones tales como: Chupóptero o abrazafarolas.

Por la forma en la que funcionan los insultos, la creatividad es pieza fundamental. Un insulto no es otra cosa que una ofensa o ataque a algún valor o criterio personal de una persona. Hay algunos básicos. Esos no aportan, yo quiero ir a lo fino. En esos, a la vez tiene que llevar un componente humorístico. Ya sea ironía, sarcasmo, reducción al absurdo, comparación, descontextualización. Todas las fórmulas son aceptables si se estructuran bien como insulto. Además hay que saber decirlo. Jugar con tiempos, tono, acento, etc.

En España hay una zona por excelencia donde se tiene arte para estas cosas y que a veces un hijo de puta es una muestra de cariño. Hablo de mi querida Andalucía. Por estas tierras expresiones como apollardao/apollargao, jartible, esaborío o majarón, pueden ser cariñosas y algo más despectivas de lo que aparentan.

También hay expresiones más largas o frases, que se usan, como un “me cago en tus muelas picáh” o “eres tan tonto que te encierran en un supermercado y mueres de hambre” o “Así revientes como el lagarto Jaén” Sin pretender hacer cátedra lingüística, estas expresiones más elaboradas, son pura creatividad. Intento explicarlas un poco.

La primera se usa para cuando te enfadas con alguien. Que es sumar el tema escatológico al concepto de dolor que puede ser tener una caries en una muela. La segunda es un ejemplo estructural, se tira de metáfora y contraposición de opuestos para indicar el grado de”tonto” que se es. Generalmente un superlativo. Depende mucho de la persona y el momento de decirlo. Por norma, suele ser una comparación improvisada o que hace alusión a algún defecto o característica de la persona. Es un ataque u ofensa sobre otro ataque u ofensa. Pero dicho con suficiente gracia, a primer golpe parece mucho más suave. La última es una frase muy de Jaén para mandar al carajo a alguien o desearle algún mal. Hace alusión a una leyenda de la ciudad. (leer leyenda)

Aquí reunidos, los insultos ingeniosos parecen sencillos y obvios.

Aun siendo espontáneos, para convertirse en populares han pasado por una fase de validación. Alguien los dice por primera vez, otros lo escuchan y les parece bueno, lo validan. Esa validación tiene una segunda parte, ser memorizado para poder incorporarlo a su vocabulario y usarlo. Así se propaga. Si realmente parece ingenioso y sencillo, sobrevivirá a la moda del momento y quedará anclado al lenguaje popular.

Socialmente los insultos están en lo políticamente incorrecto, no está bien visto. Se considera un signo de mala educación. En cambio, si son ingeniosos y elegantes, yo lo veo como una muestra de inteligencia. Un eufemismo bien tirado puede ser más efectivo que un insulto básico. Por ello os invito desde aquí a que cuando sea intencionado, paréis 2 segundos a pensarlos y os liberéis sin caer en lo vulgar. Quizás tienes más creatividad de la que crees. (leer necesidades creativas)