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El experimento de los códigos QR

Hoy os comento en esta hoja otro de esos experimentos locos que suelo hacer de vez en cuando. Hoy toca jugar con códigos QR

Creación de códigos QR mediante hoja de cálculo
Código QR en hoja de cálculo

Mi último experimento ha sido probar a crear un cógido QR o bidi de forma aleatoria y manual. Para los que no tengáis claro que es un código QR o bidi es una versión evolucionada de un código de barras. Las letras QR son las inicales de la voz inglesa Quick Response. Que viene a significar respuesta rápida. El otro nombre, el de bidi es muy ilustrativo. Viene de la expresión bidimensional.

Recuerdo que este tipo de experimentos los hago en pro de la creatividad. (puedes leer otros experimento aquí) No me pongo objetivos, simplemente dejo que suceda y cada situación me lleve a los resultados que tengan que llegar. Mi predisposición y expectativas son cero. Así realizo el experimento sin pretensiones y abierto a todas las opciones.

La idea es que los códigos QR o bidi son una matriz de puntos donde según unas determinadas reglas se codifica información de forma muy básica. Cada punto de la matriz, puede estar en blanco o con color. Generalmente se usa el color negro por tener el máximo contraste y facilitar su lectura. Podemos entender esto como que cada punto solo tiene dos opciones. Activado o apagado. No existe una forma más sencilla de almacenar información codificada. Además es un lenguaje que se acerca mucho al de máquinas del sistema binario de 0 y 1.

Mi idea fue que partiendo de que dentro de un código QR hay unos puntos concretos que deben estar, el resto de puntos que almacenan información podría ser que por azar se puderia codificar algún tipo de información. Aunque no tuviera sentido. Recorrer el camino inverso. Desde un conjunto de puntos negros y blancos, descodificarlo como caracteres.

Dicho esto, realicé los 3 cuadros que realizan el posicionamiento del código para las lentes o escaner. Le añadí las dos línas que se usa de sincronización y un cuarto cuadro de alineación.

A partir de aquí hay ciertas zonas del código que son para almacenar información más técnica de funcionamiento. Pero el resto de la matriz está disponible para intentar codificar información.

He probado varios dibujos diferentes, pero ninguno ha resultado satisfactorio. Al menos el lector de códigos QR que he utilizado no ha llegado a detectar y desencriptar ninguno de los diferentes diseños que he realizado.

Si te estas preguntado como he hecho el camino inverso, es muy sencillo. Utilizando una hoja de cálculo. Haciendo que cada celda de la hoja de cálculo fuera un cuadrado perfecto, ya tenía una gran matriz para crear el código. En lugar de usar números, me dediqué a rellenar los fondos de la casillas de color negro, dejando el resto sin relleno, blanco. Si eres usuario de hojas de cálculo, sabes que las casillas están delimitadas por líneas grises verticales y horizontales. Para evitar que esto afectara al reconocimiento del código, una vez hecho, reducía el zoom de la hoja de cálculo para que la percepción de esas líneas se pierdan. Además de subir el brillo al máximo de la pantalla del ordenador.

Como ya he comentado, no he logrado que se genere ningún tipo de información codificada. Esto es debido a que por simple que parezca el sistema. Estos códigos QR pueden almacenar mucha información. Pero además existen varios formatos o versiones. No sé si es la expresión correcta la que estoy usando. Estas versiones, implican que por seguridad la información que se almacena está replicada varias veces. Tienen varios grados de rebundancia de la información. Por lo que he podido leer e investigar de forma superficial, esto sirve para evitar que si se daña o se deforma el código, pueda perderse la información. Realmente es seguridad en el almacenamiento. Hay que pensar que el nacimiento de esta tecnología fue para el sector industrial. Un sector donde es vital no perder información y todo sea a modo de fallos.

Esto sería el resumen de mi experimento con los códigos QR. Quizás pienses que he tenido pocos o ningún aprendizaje. Pero esto forma parte de la curiosidad que alimenta la creatividad. Es una versión moderna y tecnológica de cuando de niño destripaba los electrodomésticos y cacharros que se estropeaban en casa.

Lo importante no es lo aprendido hoy, sino la capacidad de que mi mente pueda usar este conocimiento y experiencia para el futuro.